TERRUÑO-TERROIR-TERROR, PARECIDO ...

Mi amigo Ortega, en www.lavidagrata.com, lanza esta cuestión tan bonita y lidiada del terroir y del terruño, que por cierto, ¡Son lo mismo?.

Una anécdota.

Mi buena amiga, andaluza de pro, que se vino de su tierra a casarse muy joven a esta tierra, con menos de veinte años. Ella es de un pueblecito andaluz muy muy blanquito, al que se llega por largas carreteras de tercera o de segunda, en vastos y arenosos terrenos, blancos, sobre los que incide la luz del sol de manera asombrosa, y la vegetación es ociosa y peregrina. Muchas cuevas excavadas en las lomas.
Me explicaba ella, que cuando vino su madre, una viejecita hermosa que ahora tendrá sus 93 años allá por un pueblito de Granada, pues eso, cuando vino para su boda.( De ésto que cuento por lo menos debemos remontarnos cuarenta años), y se adentró por primera vez en las montañas del Priorat, por sus entonces tortuosas carreteras, se puso a llorar a lágrima viva.
Y se puso a llorar por su hija, porque no entendía como nadie podía ser feliz viviendo rodeada de montañas, en esos bosques tan oscuros, en esas casas tan grises y altas, con tanta piedra negra comiéndose el terreno. Y dice que sintió algo parecido a la claustofobia.
En cambio, cuando mi marido y yo nos adentramos por primera vez por aquellas vastas planícies blancas, a sol tendido, en pleno verano, de un verano cualquiera en Granada, UN POCO MÁS Y NOS LARGAMOS A TODA MECHA, y no es que no sea hermoso el paisaje, es que nos sentíamos como en la luna, desolados, perdidos, alucinados, tristes y apesadumbrados.¿Y las montañas?, ¿Y los pinos?, ¿Y las piedras?, ¿Y las sombras?...

Y es que el terruño es aquello que conocemos y nos ayuda a sentirnos confiados, felices, estables. Es ese sentimiento de seguridad que nos dan las cosas conocidas, caseras, familiares. Las amamos por próximas, las sentimos mejores por conocidas, porque nuestro cuerpo y nuestra mente se han adaptado a ello. El terruño es el sentimiento de nuestra adaptación al medio. Y lo amamos.

El terroir es aquello que encontramos evidente en un terruño, aquello que es fácil de apreciar en un vino como único y estimado de un punto determinado. Y a veces, simplemente es una manera de entender y de valorar lo que poseemos. Buscarlo es difícil, encontrarlo es más fácil. Hay gente que no sabe buscar terroir, porque busca lo que no hay, y seamos francos, solo los años, las vinificaciones, acaban definiendo el terroir de un vino.

Además el terroir tiene que ser identificable con un espacio. Por eso los vinos de finca, de pago, han de ser específicos de una sola finca, y preferiblemente embotellados en esa finca, para garantizar el NO traslado de vinos, y la bondad de un vino que no se mueve entre bodegas, por carreteras, o de una uva que no se traslada de zona.