ESCUCHANDO UNA BALADA

Balada, bebida veraniega...
Unos leyendo los periódicos del día.
Y aprovechando un rinconcito del día para hablaros de esos interminables paseos matinales entre la abundancia y el frescor del verde.
La vida hay que vivirla entre balada y verde...
positivos amigos, positivos. Generando ese amor positivo, universal, que a todos nos pide calor y a pocos nos martiriza.
Positivos...como el caudal de un rio que nunca cesa.
Ayer nos fuimos con un montón de crios, mayores y chicos, a cenar a una taberna de esas propias de lo más castizo de España. Nosotros dos, nos reíamos con la glotoneria, la alegría con que esta gente joven y menuda eleva los menores placeres a divinos.
Dios dijos que nos acercáramos a los niños, que fuéramos como niños, para entrar en el cielo...
otra cosa no se, pero algún rinconcito guardado debe tener para nosotros.
Feliz...si, soy feliz.
Quisiera que todo el mundo fuera feliz, pero me pesa saber que no es así.
Vivir con el convencimiento de que vale la pena vivir cada momento sin memoria, sin recuerdos, sin futuro.
Empezamos a morir cuando planificamos.
Los aprensivos, los muertos vivientes, los dioses moribundos, planifican, pero no viven. Estan tan absortos en luchar por ese mañana que aún no ha llegado, que basan su felicidad presente en la certeza de planificar bien el futuro. AY!!!, el futuro no existe, nunca existió. Es un soplo que pasa.

De hecho amigos, solo existe una buena copa de vino, una sonrisa, un momento de amor, un momento de calma, existe el recuerdo. Alguien decía, alguien muy sabio, que un recuerdo es algo más eterno que un momento futuro.

Amad el vino amigos, amad la vida, planificad bien vuestro presente, mejor dicho, no planifiqueis absolutamente nada, sed como los pájaros.