MAÑANA EN EL CEMENTERIO Y BENDICIENDO PALMAS Y LAURELES.

Esta mañana nos hemos trasladado al cementerio para depositar en un nicho familiar las cenizas de mi tio, muerto hace una semana y media.
Llevamos un par de meses realmente aterradores. Y además, mi tia abuela, ha sufrido hoy un infarto. Con casi 90 años. En fin, realmente hemos empezado el año enterrando a nuestros seres ancianos - y no tan ancianos - pero queridos.
Para paliar, ahora llegamos de bendecir palmas y laureles, nosotros celebramos cada año esta tradición, y luego colgamos los palmones en los balcones, también como marca la tradición, para que Dios proteja nuestras viviendas y nuestras familias un nuevo año.
Ayer calçotada y hoy entierro, bueno, realmente es otro tipo de entierro.
Cuando yo muera también quiero que mis cenizas reposen en un pequeño nicho, pero un nicho abierto, en la cima de La Tena, rodeada de bosques y de viña, y saboreando el sol del mediodía. Dónde mis compañeras habituales serán las aguilas y veré madurar el fruto de la cepa, saboreando los nuevos perfiles de cada añada.
Como me decía una de mis hermanas esta mañana, se que poco sentiré tras mi muerte, pero en todo caso, no quiero pensar que permaneceré encerrada durante siglos en un agujero construido por los hombres y cerrado por un albañil. Que me dejen ver las viñas.