ENTERNECE EL CORAZON TANTA DESINTERESADA DEVOCION

El frío invierno trae emociones no tan frias. A veces, entre la helada de la primera mañana y el sol del mediodía, hay una pequeña foguera que se enciende en el corazón de manera brusca y alegre.
Escribo con el corazón escarchado y las manos entumecidas, por el frio del alma y la hoguera en el fuego cercano, aunque demasiado alejado para calentar más allá del cuerpo.
Escribo en este ordenador frio también, porque el frio se pega, como la gripe. Pero no tiene vacuna. Y tengo a mis dos fieles perrillos , uno tumbado a la izquierda, el otro a la derecha, sobre el frio glaciar de este suelo antiguo.
Se estropeó la calefacción esta madrugada.
Y cómo serán estos animalitos tan extraordinarios, que en vez de tumbarse al lado del fuego, en sus capazos, prefieren el suelo umbrío, helado,casi inhumano, por tal de posar cada uno su hocico en uno de mis piés, y roncan al unísono mientras yo machaco las teclas.
Enormes estos animales, los perros, enormes. ¿Por qué Dios no nos dió a los hombres un poco menos de alma humana, y un poco más de amor perruno?, a saber, cosas divinas.