UNA HISTORIA QUE CONTAR Y UNA VIDA QUE VIVIR

Todos deberíamos ser capaces de entender que somos "una historia que contar" y "una vida que vivir", pero somos nuestra propia historia y nuestra propia vida. No valen vulgares imitaciones del vecino del tercero, de la mamá de Pepe, de aquel personaje que tanto admira mi padre y quiere que yo me parezca, ni siquiera vale ser la historia que la sociedad aspira que seamos, por ese motivo, muchos mueren arrelados a una sensación de fracaso.

El miedo: da miedo romper con los estereotipos sociales y con todo lo que es bueno, porque es bueno, y se debe hacer, porque es lo asumido, y es lo correcto, y lo políticamente correcto, y lo "lo que ha de hacerse porque si no hablarán mal de mi", o "no estaré a la altura de...", en fin, debemos dejar de hacer AQUELLO QUE AL HACERLO INTERIORMENTE NO NOS HACE FELICES, sea lo que sea, mientras no dañemos los inetreses de un tercero, y ún así,deberíamos ser objetivos, porque a veces por no dañar los intereses de un tercero, dañamos más los nuestros, o a veces pensamos que vamos a dañar los intereses de los demás, y simplemente estamos transformando nuestra realidad.

Eso si, si vivir rodeado de convenciones da seguridad y autonomía, si el respeto social es lo que nos convierte en seres felices, entonces adelante.

La felicidad debería ser el motor de nuestras energías, un ser feliz, no fustrado, es un ser que hace feliz a sus semejantes, y una sociedad feliz, sería un paraiso.

(Voy a contaros el ejemplo de una mamá, mujer intelectual, de gran inteligencia y preparación, con un cargo importante en una empresa, por el cual, dejó de tener todos los hijos que deseaba y además falló en su matrimonio, cuando siempre había deseado tener una pareja estable. LLegaba a casa tan estressada, tan perjudicada por tantas horas de trabajo (Que en el ondo tampoco le satisfaccía al 100% que convirtió su relación con su único hijo en un infierno. )
Un día, cuando el hijo era ya adolescente y se habían cortado todas las raices, decidió dejar su trabajo, pese a la presión económica, puesto que comprendía que en el paro, su hijo debería prescindir de muchísimas cosas, como salidas al extranjero, clses de tenis etc, y decidió cambiar radicalmente de vida. Aunque al principio sus seres allegados no entendían nada y le transmitieron sus miedos, ella decidió seguir adelante. Su hijo al principio se enfadó y se angustió bastante. Poco a poco el carácter de ella se fué dulcificando, encontró una ocupación tranquila, que nunca le había atraido, pero que ahora resultó ser para ella una bendición, y poco a poco sus relaciones con el entorno mejoraron. Volvió a verse con su ex-marido, que como no tenía pareja, acabó viviendo de nuevo con ella, y ahora con su hijo mantiene unas relaciones envidiables.)
Este caso es real.