CAMINANTE, NO HAY CAMINO...

PASEAR, deporte que amo y amamos,recuerdo este verano...sin ir más lejos, estábamos a km de Palacios, en una zona estupenda donde habíamos acudido unos cuantos de la familia a comer carmes a la brasa. estaban mis hermanos, estaban mis hijos, estaba mi marido...
Acabamos la comida y queríamos marchar, la gente se subió a los coches, mi madre y yo nos miramos: sol de las cuatro y media de la tarde de un día de finales de julio, en la zona central de la península, canícula y pesada digestión...
Bien: mamá ¿Volvemos al pueblo caminando?, y ¿Por qué no?...
Y allá nos ves, 5 km caminando, con el sol encima de las cabezas y el horrible regusto de la carne a la brasa aún dando vueltas en el estómago...pero llegamos tan contentas, nos vinieron a rescatar con los coches varias veces:¿Quereis subir?, pero nosotras No y que No.
Mi madre, una mujer que hace deporte a diario en un gimnasio, máquinas, natación etc, durante el invierno, que come con mucha moderación, casi como una modelo de pasarela...y yo, que me cuido lo mínimo, eso si, a cabezota no me gana nadie.
Dios me dió una cosa: soy fuerte, muy fuerte, tozuda bastante, y me gustan los deportes de resistencia, podría sobrevivir a una guerra nuclear.Por eso puedo andar más que nadie, si me lo propongo. Dios está en todos los caminos, cuando andas, vas observando como los paisajes quedan atrás y como Dios te murmura al oido.
Un día mi madre dijo que eso era privilegio de las brujas: Dios te dará cien hijos, y te irá quitando de uno en uno, y cuando te quite un hijo, tu verás siempre los que te quedan. Es privilegio de las brujas no agotarse jamás, y de las guardadoras de voluntades, entender que nunca un camino es cierto, ni que un principio y un fin son mejores que el propio camino.El placer en este caso, está en andar.