TRANQUILIDAD EN EL CAMPO, DIAS DE REPOSO Y LECTURA.

La naturaleza y el devenir de la viticultura es sabia.
Tras días de duro trabajo en la vendimia, tras días de mucho trabajo en la bodega con sus prensadas, trasiegos y pedidos, tras los días de poda en diciembre con el frio agotador entre los dientes, llega la nieve. Y la nieve trae paz al campo, serenidad, las cosas se detienen, el agricultor se ve relegado a su casa, la naturaleza le dice:
-¡Detente, espera a que amaine el tiempo, descansa, duerme, come, repón fuerzas!!!

Mientras, el campo dormido, bajo el espeso manto de nieve, también se renueva. La nieve elimina muchos parásitos y enfermedades, hongos, la nieve purifica, la nieve además, va dejando su preciado fruto de agua menuda y cadente, con esa cadencia lenta al fundirse, que empapa, nutre, alimenta.

Y el agricultor se aburre, encerrado entre las cuatro paredes de una casa, atento al cielo, esperando que amaine, para continuar su poda, eso si, solo cuando las peores heladas de enero desaparezcan, luego preparará la tierra para las nuevas plantaciones, esa tierra aún húmeda de las nieves, esa tierra que ahora es mucho más fácil y tratable, casi moldeable, tras las nieves del invierno.

Y mientras, leemos, vemos el televisor y paseamos por la oscuridad de los sótanos donde reposan nuestras barricas del 2007 y del 2008, ahora dormidas con los impetuosos frios del pleno invierno. Dormidas, como las cepas, dormidas como el agricultor entre el aburrimiento de las cuatro paredes, dormidas como la vida.

Y continuamos leyendo, ahora repasando una obra un poco rara, quizás anacrónica de Manuel de Pedrolo, La respuesta.