VOLVIENDO DEL CEMENTERIO - VISITAS EN LA PENUMBRA

Os comentaba lo del huerto de LA TENA, más abajo, de hecho es una finca distinta a LA TENA, una pequeña finca anexa, al otro lado del camino.
Si mi culebra gigante se asoma, le haré una foto y la colgaré, aunque no soy partidaria de colgar fotos de seres sobrenaturales, porque pueden provocar reacciones extrañas en personas muy sensibles.
VENIMOS ahora mismo, a las nueve de la noche, de pasear por el cementerio de Porrera. A las brujas nos encantan los cementerios por la noche, existe una paz espiritual inusual. Hemos ido tres brujas, acompañadas de un caballero, eso si. El cementerio de Porrera está rodeado de viñedo, los muertos pueden alargar sus manos y coger uva, en Octubre. Un lugar precioso, con unas vistas maravillosas, a un kilómetro del pueblo. Hemos ido a visitar a nuestros abuelos, hay unos cuantos enterrados, la llalla Lola, el llallo Pepe, la abuela María, el abuelo José, también están dos de nuestros bisabuelos, y también una tia abuela que murió joven, Magdalena, siempre ha sido un nombre venerado, era guapetona y joven, murió de un ataque de asma. Mi primo Jaime, que murió con 21 años en un accidente. Varios tios de mi marido. Mi suegro, el abuelo Bernardino. Nuestro amigo Josep María. El tiet Jaume, apenas hace una semana que reposa en nuestro querido cementerio. En fin, muchos muertos a los que queremos recordar siquiera unos minutos, porque son parte de nuestra historia. Forman parte de nuestro corazón. No se olvidan, aunque algunos ni siquiera los conocimos, sus viejas fotografias nos hablan de ellos.
No somos unos advenedizos en el Priorat, nuestra sangre llena la historia de este pequeño cementerio.
Como todos los cementerios también tiene su mitología, la leyenda cuenta que la tumba de una niña de unos ocho nueve años preside la parte alta. Una niña que murió hace un siglo, el día de su comunión, al caer desde un balcón. Todo el mundo habla de ella. Es una historia, como tantas, de amor, vida y muerte.
Nos hemos acercado a esa tumba y hemos hablado de ella, a los muertos les gusta que los recuerden.
He pedido a todos los muertos del cementerio que nos ayuden a ser mejores, y nos protejan de cualquier mala intención.
Y ahora cambiando de ritmo, el muerto al hoyo y el vivo al bollo: NOS VAMOS AL TEATRET, todos a cenar.