ME RATIFICO , ME GUSTA EL CHAMPAGNE

Dicen que el champagne es la bebida afrodisiaca por excelencia, bien, no tengo ninguna duda, y solo veo un pequeño problema, a muchos señores no les gusta, en especial a mi marido, aunque lo que menos le gusta a mi marido es el cava típico navideño, aquel de la acidez descompensada y la burbuja enorme y casi molestosa.
El otro día, en casa de unos enochalados de este mundillo divertido y ruidoso de enochalados en el que aficionados, bodegueros y buena gente, nos vemos siempre sumergidos, abrieron dos botellas de champagne bien distintas y bien definidas, buenos ejemplares de la alegría del champagne, un pinot noir y un chardonnay.

Dicen las malas lenguas que la Pinot - variedad tinta vinificada en blanco para el champagne - es la enamorada mágica de los hombres, que los atrae como un imán, aún en su versión champagne y que la chardonnay, con su expresión más mimeral, más inquietante, es la variedad preferida por las señoras. En este caso no fué así.
A mi me gustan todos, por supuesto, aunque he de reconocer que un buen noir me encanta, me parece más sensual, más fácil de beber, y más sutil en aromas.

Comtesse Marie de France Brut Millésime 1998 - BOUZY - Gran cru 100% PAUL BARA

Un elegante ejemplar con una burbuja muy fina y un tacto sedoso en la boca, de raso magnánimo y desgastado, como el de las viejas ropas de cama. Tiene algo de levaduras, pero no tostadas, esas levaduras en el pan amasado hace unas horas, y tb flores blancas de pantano, frescas, como los juncos tiernos y finos. Un final de flores ya más decadentes, algo mustias, con ese deje que caracteriza tantos champagnes, final feliz, nada agudo, se deja morir en la boca. El color dorado, pero ya marcando unas notas tristes, como el oro que va para viejo sin quererlo todavía.

Spéciale 2000 - Pierre Peters Brut. Cuveé Les Chétillons.

Chardonnay de grandeza, con una nariz más marcada por las notas de levaduras y la mineralidad. Es de una acidez asombrosa y de un equilibrio inaudito entre la burbuja y el paso en boca, en ese punto justo de perfección por el que el champagne refresca, alegra y emociona.
De burbuja más intensa y mayor que el Pinot antes reseñado, y tb de una mayor acidez, si bien de menos complejidad olfativa. Es un champagne que invita a beber, de trago largo y endemoniado, de festividad y festejo.