VENEZIA EN TRES DIAS, O COMO PASEAR EN VENEZIA.

Venezia es gris y apagada en enero, hay "boira pixanera", que es niebla meona, en traducción castellana de Castilla.

Venezia es preciosa, pero es triste. Sobretodo para los mediterraneos de montaña abierta y cielo azul intenso. Para los mediterraneos de olores a hojarasca, a espigas, a hierba, a encina, a pino, a piedra...¿Pero qué tienen en común Venezia y mi Tena?, pues las piedras, muchas piedras, oscuras piedras.

En Venezia a las cuatro de la tarde, parece que sea hora de acostarse, hace frio y llueve niebla, niebla "pixanera", parece una lluvia fina de agua de rocio, pero no tan fresca.

Venezia es tranquila, silenciosa, sin prisas, sin un solo coche, ni uno oiga, absolutamente maravilloso, se quedan todos en la Plaza Roma, allá donde llegan los autocares de los aeropuertos, aeropuerto de Marco Polo, aeropuerto de Treviso, y allá pillas el vaporetto, que es como un autobús, versión Veneciana, o sea, una barcaza a motor, que ruge en las paradas como un cachalote en celo. La gente de Venezia llena los vaporettos y se queda tan ancha, a nosotros al principio el estómago se nos puso chiquito, pero enseguida nos acostumbramos.

En Venezia todo es agua, lanchas, vaporettos, y barcazas, también se ve algunas góndolas, por aquello del atractivo turístico, y unos gondoleros francamente guapetones, el que nos llevó a nosotros era rubio con rizos despeinados y luego descubrimos, aleladas, que era portada en un calendario gondolero, que presidia todos los kioscos. Mi hermana quería llevarse un gondolero de recuerdo, me dice:
-Para llevarme algo frikie y sin sentido, me llevo un gondolero, que me servirá para mucho!!!!jajaja.
En fin, buen humor mi hermana, ella quería un gondolero, y la verdad, no era mala idea.

Pues si, nos alojamos en un preciosos hotelito del más puro estilo Veneciano, en el barrio de Cannaregio: AL PALAZZETO, ocupamos tres de sus seis habitaciones, muy amplias, enormes, limpias y con unos baños modernos y grandes. Tele en las habitaciones.
Paredes adamascadas, con entre paños, y decoración al puro estilo, pero muy evocador.
Desayuno incluido, tranquilo y lleno de buenos sabores, en un coqueto comedor que sirve de antesala a las habitaciones. Por cierto, no admiten Visas, se ha de pagar en efectivo.

Situado a caballo entre la plaza Roma, y la Plaza de San Marcos, a medio camino en un largo paseo de sitios tan emblemáticos, como el puente de Rialto, precioso. El escondido palazzo Contarini, impresionante, bellísima la Scala del Bovolo.
El puente de los deseos ni fu ni fa, al ladito de la Plaza de San Marcos, con su Palacio y su catedral. Lo más divertido, Paco y mi padre dando de comer a los cientos de palomas que los perseguían por toda la plaza, enormes y gordas palomas que tomaron la calva de mi padre por un tren de aterrizaje.

Cogimos el vaporetto en la fondamenta Nuova y nos paramos en el Cemeterio, que es una islita o isla grande, hermoso y bien cuidado, con sus distintos espacios de distintas épocas. Dice mi hermana que un pueblo y su evolución se conocen por sus cementerios. La cuestión es que mi hermana es una entendida en estas cuestiones y allá nos tuvo, pisando cementerio media mañana y haciendo fotos. En fin...

Má allá, a media hora larga de vaporetto, está Murano, isla sin más alegrías que sus manufacturas de vidrio, divertido el show de como hacen caballi¡tos de vidrio, pero la verdad, obviable.
Burano un poquito más lejos, a Burano se llega partiendo de un vaporetto que se coge en la estación de Murano-el Faro. Burano está en obras, pero es una isla que parece sacada de una película del antiguo Oeste. Divertido observar sus cientos de casitas multicolores, todas muy parecidas.

En Venezia hay muchas máscaras, cientos de tiendas vendiendo máscaras de carnaval y objetos de vidrio. Muchas zapaterías, muchas. Aunque los precios un poco más caros, solo un poco, y los modelos, pues ni fu ni fa, la verdad es que hay para todos los gustos. Muchos bares y granjas vendiendo dulces y pasteles, estupendas las regalices en Venecia, muy buenas. Estupendos los capuchinos. Muchas tiendas de joyas, aunque solo sea para mirar, vale la pena reseguirlas de cerca. Vimos unos Rolex preciosos, no los había visto en España, en especial un modelito hecho en oro rosa, cercano a los 18000 euros, que era una maravilla y que le pedí a mi marido para mi próximo cumpleaños.
También hay muchas tiendecitas de bisuteria curiosa, hippies, y llenas de objetos encantadores para la gente joven y para noches de disfraces y carnaval, o noches de jolgorio, en que las joyas buenas, mejor dejarlas en la caja fuerte.

En Venecia caminar es fácil, hay mucha gente paseando y mucha gente curioseando en las tiendas.

En cuanto a los restaurantes, muchas trattorias, no comimos ni bien ni mal. Los vinos de catorce o quince euros eran vinos de mesa, de cabernet y merlot.
Recuerdo con cariño una comida en el hotel - Ristorante Malibran, Cannaregio 5864, donde me sirvieron unos spagettis con almejas divinos, y una botella de un vinillo que nos recomendó el summiller francamente bueno, sencillo, pero bueno, servido en anchas copas de cristal.

En fin, aquí estamos de vuelta.